Los años no pasan en vano y las mujeres son las que más lo suelen notar. La menstruación, embarazos, partos, la menopausia… Cada etapa posee sus ventajas e inconvenientes, pero éstas no están exentas de cambios en la zona íntima de la mujer. En Clinimur queremos hacerte partícipe de cuáles son los cambios que sufren los genitales femeninos a lo largo de la vida. Porque el tiempo no pasa en balde y es algo que te vendrá bien conocer.
Los genitales femeninos comienzan a cambiar en la pubertad, que va de los 8 a los 15 años aproximadamente. Es en esta etapa en la que se preparan para su función reproductora. Es aquí cuando aumentan los depósitos de grasa de los labios mayores de la vulva y del Monte de Venus y la piel se vuelve más rugosa al tiempo que el clítoris, más prominente.
La siguiente etapa en la que la zona íntima de la mujer sufre cambios es de los 15 a los 50 años. Es en este momento cuando la mujer está en todo su esplendor reproductivo. Aparecen las primeras menstruaciones, si no se han dado con anterioridad, aumenta también el pH de la vagina y si la mujer se queda embarazada hay otros cambios en la zona que tienen que ver con la coloración de la vagina y de la vulva, que se intensifica al aumentar el riego sanguíneo en dicho lugar.
Una vez una mujer está embarazada, las alteraciones físicas relacionadas con la zona íntima son las que seguramente ya sabrás por experiencia propia o porque has oído hablar de ellas: el tamaño del útero se multiplica por diez, la vagina se dilata para dar paso al bebé y hasta unas 12 semanas después del parto, las dimensiones de este órgano interno no se restablecen.
Los esperados años 50
Los cambios en el cuerpo femenino no cesan. Llegados los 50 empieza otra época para la mujer. Muchas esperan con ganas alcanzar esta edad, más que nada porque es cuando la menstruación cesa, pero esto lleva aparejados otros cambios para la mujer y de vital importancia.
Se pierde grasa subcutánea en los labios mayores y menores de la vulva y destaca la atrofia de la mucosa vaginal, que afecta a la gran mayoría de las mujeres. Esto lo que provoca es que se reduzca la lubricación, lo que hace que la zona se vuelva más seca y genere incomodidad a la hora de mantener relaciones sexuales. Otra de las consecuencias de esta afección es que incrementa el pH vaginal, lo que hace que esta zona íntima se vuelva más proclive a contraer infecciones.
Los cambios vaginales de la última etapa de vida de la mujer se pueden mitigar. Para ello existen ejercicios destinados a fortalecer el suelo pélvico tras los partos que pueden ayudar a reducir los problemas de incontinencia urinaria que acarrea en muchos casos la atrofia vaginal, además, los tratamientos láser también ayudan a reducir los efectos de esta afección y a recuperar una vida plena se tenga la edad que se tenga.